Revista del Plan Agropecuario N° 169 - page 24

O sea que por primera vez desde que se
inició el proyecto, todos los costos y las
inversiones, pasan a depender exclusiva-
mente de los ingresos generados por los
pastoreos. Por lo tanto, los compromisos
financieros (costos e inversiones), pasan
a depender exclusivamente del colectivo.
Entonces, para el próximo período serán
necesarios importantes ajustes, que de-
safían el futuro del emprendimiento. Es
a partir de esta etapa que los emprendi-
mientos asociativos, entran en la etapa
“pura y dura” de caminar con autonomía.
Todos los integrantes deben ser cons-
cientes de esta realidad. El valor por el
servicio de pastoreo, deberá cubrir los
costos de producción y a su vez generar
un saldo para reinvertir en pasturas nue-
vas u otras tecnologías.
Es en este momento que se pone a
prueba la fortaleza grupal.
Algunos conceptos que escuchamos de
integrantes en otras experiencias similares.
“Para producir bien hay que estar en el
propio predio”.
“Las decisiones deben perseguir un fin
colectivo y por lo tanto ello exige DISCU-
TIR los problemas, ANALIZAR, DISCREPAR
sin ofender”.
“Pensar juntos una solución para todos”.
“Desarrollar un proyecto integral, tanto en
lo productivo como en lo económico pero
mucho más en lo social”.
Desde nuestro punto de vista
En primer lugar, los proyectos son solo
un instrumento virtual que orientan a la
planificación y guían el orden de las ta-
reas a cumplir con el propósito de lograr
el objetivo. El proyecto en sí, no es el ob-
jetivo.
Y valga la redundancia, “los proyectos
son proyectos y las realidades son rea-
lidades”. Al pasar el tiempo se generan
situaciones diferentes a las proyectadas
con resultados que muchas veces no son
los imaginados. Tan es así, que todas las
respuestas previas a los planteos teóri-
cos, no siempre contestan los problemas
que finalmente la realidad nos impone.
Nunca alcanza con el solo hecho del plan
de trabajo, sino que tal vez la etapa más
importante sea la gestión misma en el
día a día. Es ésta la que en definitiva nos
aportará elementos contundentes para
emprender nuevas acciones a tiempo
real, de acuerdo con los vaivenes de la
realidad.
Por eso pensamos que la clave para
gestionar estos emprendimientos, pasa
por el factor humano y la dedicación
exclusiva que se le asigne al control de
cada etapa del proceso productivo del
pasto y su correcta utilización por los
animales. En función de ello, el nivel de
formación y conocimientos del decisor
deberían ser elementos indispensables
para alcanzar las metas.
Para esa gestión, se deberían idear
mecanismos de registración de cada
uno de los eventos ocurridos en la
realidad. A través de ellos, monitorear
el cumplimiento de los resultados par-
ciales con el propósito de conducirlos
hacia la concreción de las metas en
tiempo y forma.
En otro aspecto y yendo más concre-
tamente al modelo forrajero, nos hu-
biéramos planteado uno diferente, no
tan intensivo, que implicara una menor
inversión, pensando en un sistema más
adaptado a la realidad económica y
climática de nuestro país. En parte del
predio se podría haber apostado a la
recuperación de la pastura natural y en
otras áreas, a la mejora con especies
que complementen al forraje natural y
por sobre todo que tengan una mayor
permanencia en el tiempo. Conocemos
casos de sistemas que partieron de
ambientes con alta degradación gene-
rada por la agricultura continua y que
mediante métodos de fertilización con
fuentes de fósforo natural y la siembra
en cobertura de variedades del género
Lotus, han logrado estabilizar la pro-
ducción a gran nivel, logrando excelen-
tes resultados económicos. Para este
mismo caso, se ha demostrado a través
de la medición de múltiples indicado-
res productivos-ambientales, como se
puede alcanzar la tan mentada susten-
tabilidad. Algunos parámetros monito-
reados son: la evolución de la materia
orgánica, acidez del suelo, niveles de
fósforo, fauna edáfica, productividad,
relación insumo producto por debajo
de 0,5 dólares. Todos ellos han ido evo-
lucionando positivamente.
Cuando nos paramos frente a estas rea-
lidades que rompen los ojos, nos queda-
mos reflexionando:
¿No será este el modelo más adecuado?
¿Cuándo intensificamos tanto, no
estaremos quedando atrapados a un
proceso efímero, costoso, muy depen-
diente de la tecnología de insumos?
¿Esos sistemas intensivos se adaptan
realmente a las condiciones climáticas
de nuestro país? ¿No habrá que apostar
más a los procesos biológicos, con una
mirada de más largo plazo, invirtiendo
sí, pero fomentando la productividad
del recurso natural, sin dejar de ganar?
Pasa muchas veces, que la vorágine
productivista nos impulsa a desarro-
llar modelos de alta inversión inicial y
con frecuentes desembolsos a lo largo
del proyecto, dejándonos rehenes de
una expectativa de alta producción,
de elevados precios y por sobre todo,
muy vulnerables a los efectos del clima.
Cuestionarnos estos procedimientos
antes de dejarnos llevar por los impul-
sos puede ser un camino adecuado.
Fondo de Transferencia y Capacitación
Foto: Plan Agropecuario
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