Ese año y partiendo de 2 vacas lecheras que había comprado y
de 5 vacas que me regaló mi padre, comenzamos con el tambo.
Desde ese día hasta ahora, nunca hemos dejado de ordeñar.
Este predio tiene 80 ha de superficie ¿Se dedicaron solo al
tambo?
JB. Hicimos de todo un poco. Esta es una zona agrícola y en
esos años existía la producción de remolacha azucarera. Se hi-
cieron acuerdos con terceros para plantar remolacha, nosotros
sembramos cereales y durante años también produjimos lino
que se vendía a la industria aceitera de Paysandú.
También en esos años, compré a un vecino de la Colonia unas
pocas ovejas viejas, rubro que con el correr del tiempo fue muy
importante para nosotros.
También teníamos un huerto grande.
En el año 1976, compré con un crédito bancario una cosecha-
dora que usaba principalmente en mi chacra, pero con la que
también hacía algunos trabajos afuera.
Durante todo este tiempo íbamos aumentando la producción
de leche que era nuestro principal rubro de producción.
¿Pero en el año 1986 hubo que volver a empezar?
MC. Si, en ese año mi padre decide vender este predio y luego
de analizar un montón de posibilidades, decidimos comprarlo
nosotros. Esto implicó que nos viéramos en la necesidad de
vender prácticamente todo el ganado del tambo. En esos mo-
mentos se ordeñaban alrededor de 40 vacas. Además quedaron
por cumplir otra serie de compromisos financieros para los años
siguientes.
¿
Qué decisiones tomaron entonces?
JB. En primer lugar decidimos seguir con el tambo con las
pocas vacas que nos habían quedado y algunas vacas que nos
prestó un vecino.
Se decidió nuevamente arrendar 20 o 25 ha para plantar re-
molacha, y se hizo una fuerte apuesta al rubro ovino, llegando a
tener alrededor de 1.000 lanares en el campo. Se hacía cría y el
fuerte era la venta de carne y la producción y comercialización
de corderos. La idea fue tener corderos prontos para faena du-
rante la mayor parte del año. Se hacían praderas y verdeos con
ese propósito.
La realidad productiva de hoy
¿A partir de cuándo podemos decir que el predio toma defini-
tivamente el rumbo que hoy tiene?
JB. A partir del año 1990, se termina con la explotación ovina en
este predio y ya se encamina definitivamente la producción 100%
lechera.
En el año 1995, llega la luz eléctrica a la Colonia y también en ese
tiempo la obligatoriedad de la granelización de la remisión de leche.
Podemos decir que con los años se llegó a una estabilización pro-
ductiva del sistema tal como funciona en estos momentos.
El número máximo de vacas que se ordeña es 60 y el mínimo
nunca es inferior a 38. La remisión anual ha sido de 450 mil litros en
promedio durante muchos años.
Desde el punto productivo, el sistema es básicamente pastoril,
con muy escaza participación de los alimentos concentrados en la
dieta de los animales. Respecto a esto, además se pone especial
atención en el costo del suplemento utilizado (la base es sorgo de
grano húmedo, que se realiza desde hace más de 20 años). En for-
ma excepcional se utilizan pequeñas cantidades de suplementos
de tipo proteico, generalmente expeller de girasol.
Los terneros machos se recrían y se venden en el otoño siguiente
y la totalidad de las hembras se llevan al campo de recría que los
productores lecheros explotamos en ruta 26, a la altura del km 117.
En toda la fracción hay praderas y verdeos anuales. Desde hace
años, las reservas forrajeras y de granos, se realizan fuera del predio
mediante acuerdos con diferentes prestadores de servicios agríco-
las de la zona.
¿Cómo es la organización del trabajo en el tambo?
MC. Durante muchos años, la mano de obra fue exclusivamente
familiar. Al trabajo de Julio y mío, con el tiempo se fue agregando
el de nuestras hijas a medida que fueron creciendo.
Posteriormente, cuando ellas se volvieron independientes,
contratamos a alguien para que nos ayudara con las tareas.
Actualmente, desde hace 7 años, trabaja con nosotros un veci-
no de esta zona. Nosotros seguimos estando día a día al frente
17