Revista del Plan Agropecuario N° 167 - page 27

REVISTA DEL PLAN AGROPECUARIO
Foto: Plan Agropecuario
social de la capital. La invitación fue rea-
lizada por integrantes de PLEMUU (Ple-
nario de Mujeres del Uruguay) en nues-
tro departamento, que nos asesoraron y
acompañaron en nuestros comienzos.
¡Cuántos recuerdos lindos!
Aquel 15 de octubre de 1986 llegamos
a Florida, varias de nosotras no nos co-
nocíamos. También estaban presentes
mujeres tamberas de San José; ellas nos
visitaron para “empujarnos” a formar el
grupo de mujeres tamberas de Florida.
Nos reunimos en un café, así le llamaban
las compañeras rurales visitantes. Nun-
ca soñamos que el destino de nuestras
vidas era estar juntas, reunidas e impul-
sadas por proyectos en común. Nos mo-
tiva y lo evidencia, que no nos abando-
namos. Seguimos juntas a pesar de las
piedras en el camino, que supimos tirar
para el costado y seguir.
El ser socia de la Sociedad de Pro-
ductores de Leche y tener mucha afini-
dad con el presidente en ejercicio, nos
facilitó el lugar de reunión, lugar que
mantenemos hasta el día de hoy. Desde
nuestros inicios fuimos muy optimistas,
creyendo fehacientemente en el refrán
“la unión hace la fuerza”, considerando
además que aquellas inequidades que
vivíamos, debían ser los objetivos por
los cuales luchar.
Las primeras inquietudes compartidas
Nos preocupaba muchísimo la edu-
cación, ya que los chicos, al terminar la
primaria, no tenían más posibilidades
de seguir estudiando. Esto motivó la
posibilidad de lograr, junto al PLEMUU,
una escuela de alternancia, con todo lo
que significaba: reuniones con personas
conocedoras del tema, tanto en Monte-
video como en nuestra ciudad. Nuestros
avances eran cada vez más importantes y
notorios hasta lograr el lugar ideal para
dicha escuela en el departamento de San
José, en una dependencia del Banco de
Previsión Social. Nuestros esfuerzos fue-
ron complementados por un grupo de
tamberas de aquella ciudad.
La convocatoria para el alumnado la hici-
mos recorriendo todas las escuelas rurales
y explicando las condiciones de ingreso y
luego, a través nuestro, llegaban los for-
mularios de aspiración. Estas acciones nos
convirtieron gradualmente en importantes
actores locales.
Nuestros primeros logros
Junto al CLAEH y a la Comisión Honoraria
de Lucha Contra el Cáncer comenzamos a
hacer nuestras primeras incursiones en sa-
lud, saliendo a las escuelas rurales, expli-
cando a alumnos/as, padres y docentes en
qué consistía el programa de las Escuelas
de Alternancia, quiénes podían asistir, qué
metodología de enseñanza se iba a aplicar.
Fue un trabajo duro, arduo, intenso y gra-
tificante porque luego de 8 meses nacían
las Escuelas de Alternancia que perduran
hasta el día de hoy.
Nuestro trabajo continuó, día a día
salíamos a ilustrar al vecindario con
charlas informativas, no sólo en el área
de la salud sino también sobre derechos,
educación, asistencia técnica y temas vin-
culados al área productiva de las familias
rurales.
Alegrías, esfuerzo y perseverancia
Después de este anecdótico comienzo,
llegaron las nuevas integrantes ¡qué teso-
ros!
Más jóvenes, alegres, con otras inquietu-
des, con poemas y relatos que nos llegan
al corazón. Nos llevan del brazo para no
dejarnos caer. Como eslabones de la mis-
ma cadena, la cadena de la solidaridad, de
la empatía, del mirar hacia todas las fami-
lias rurales y también urbanas. Descubri-
mos en estas tres décadas que el campo y
la ciudad, lo rural y lo urbano deben estar
unidos, son complementarios pues ambos
nos necesitamos y nos fortalecemos.
Es una historia real, de luchas, de es-
fuerzos, de dar y recibir apoyos, de capa-
citarnos, de empoderarnos para conocer
derechos y poder defenderlos. Creemos
que solo nos resta manifestar que somos
Mujeres de diversos
grupos participando
de una capacitación
organizada por la
RED en el Centro
Agustín Ferreiro.
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