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En Uruguay la decisión de imple-mentar el sistema de trazabilidad como el que se hizo fue tomada en-tre todos los actores. Hubo un largo proceso de discusión que llevó a un documento fnal consensuado reco-mendando al Ministerio de Ganade-ría, Agricultura y Pesca sobre lo que había que hacer.

El Uruguay tiene prestigiosas insti-tuciones de extensión público – pri-vadas que capacitan permanente-mente a los productores en cómo realizar mejor su trabajo.

Seguridad jurídica y seguridad físi-ca. Transitar por las zonas rurales del Uruguay o vivir en ellas, no conlleva ningún riesgo predeterminado para el que lo hace y/o vive en el lugar.

En un mundo donde 2 + 2 no siem-pre es 4 Uruguay fue proactivo en llevar adelante la trazabilidad, y hoy ve sus frutos mejorando su compe-titividad. Lo empezó como una obli-gación pero la consolidó pensando con visión de futuro como apoyo a ese agro que está siendo obligado

a incorporar conocimiento de forma permanente, y que en algún mo-mento empujamos desde el Plan Agropecuario en la década del 90. El país se movió con habilidad y po-sitivismo. El ser proactivo lo ha po-sicionado como un “jugador” serio, de respeto y que brinda confanza a sus clientes con el producto que ofrece. Su sistema de producción, del nacimiento a la góndola, es per-fectamente auditable. Le ha sacado ventajas a sus competidores más di-rectos. Pero en este mundo dinámi-co no cabe detenerse porque la me-jora debe ser continua por lo que se deberá seguir perfeccionando accio-nes y agregando nuevos elementos para consolidar esa confanza tan bien ganada y seguir distanciándose de los competidores; pero el camino más difícil ya se hizo, que es el que le está costando a los competido-res, porque lo hizo con el esfuerzo y apoyo de su gente en el terreno. Como hace muchos años me dijeron en Nueva Zelanda: Para avanzar hay que tratar de ver más allá de lo que vemos.