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20 AYER ESTUVIMOS

¿Cuánto tiempo estuviste en la Escuela Jackson?

Estuve ese año y volví para Monte-coral, allí me puse a trabajar con mi padre que por esos tiempos había de-jado la estancia.

Hacía lo que viniera, changas en los alambrados, también le salía a la es-quila, hasta que en el año 1989 me presenté a un llamado para hacer un cursillo de operador de Antel en Sa-randí del Yí. Me seleccionaron y co-mencé a trabajar, primero en Sarandí y después me salió el traslado para Montecoral.

En Antel estuve tres años, hasta el 91, porque la familia Lorenzo, que eran de Montevideo y tenían campo en la zona, me ofrecieron un laburo en un supermercado en Malvín, el sueldo era mejor así que me fui para la capital a probar suerte.

En el super estuve dos años y des-pués me puse a vender cursos de inglés y computación, andaba todo el día en la calle sin saber lo que quería, hasta que me di cuenta que la capi-tal no era para mí. Volví a Montecoral, pero ya con una idea en la cabeza, el trabajo independiente; con los ahorros me compré una motosierra y empecé en las estancias haciendo leña, tablo-nes y postes descarnados.

Tenía mucho trabajo, pero este em-prendimiento duró muy poco. En ese mismo año, en el 93, en una de esas changas conozco a Oscar Rodríguez que me ofrece trabajar de empleado en su establecimiento. A los nueve meses, ya estaba de encargado en la estancia del padre que él administra-ba. En ese entonces, empecé poco a poco a comprar algunos animales. Hice una muy buena amistad con toda la familia, manteníamos un diálo-go fuido, aprendí mucho y me ayudó a crecer en responsabilidades. Dejé el establecimiento porque en el 98 se realiza la apertura de la sucesión y no justifcaba tener un empleado porque se achicaron mucho los predios. En todo este trajín aprendí muchas cosas, desde hacer tablones y postes descarnados en el Paiva, a trabajar con ganado y tener empleados a car-go en este último trabajo.

Otra vez sin trabajo…. ¿Fue una etapa difícil?

Ni cuenta me di del tiempo que estuve sin trabajar, porque vendí todos los ani-males y compré el equipo para volver a los montes…. “Porque no quedé que-mado con los montes, lo dejé porque me salió algo mejor”.

Compraba los montes chicos y los más grandes iba a porcentaje con el dueño, de a poco fui creciendo, compré más equipamiento, un camión chico y viejo para sacar la leña. En ese tiempo llegué a tener veintidós personas a mi cargo. Así estuve trabajando durante 4 años.

Venías creciendo, sin embargo el negocio no continuó, ¿qué fue lo que cambió?

En el 98, con Rosana empezamos a soñar con vivir juntos, teníamos la idea de construir nuestra propia casa, así que empecé a buscar otros ingresos Con esa idea, en los momentos que afojaba el monte, salía en las compar-sas de esquila principalmente en los meses de octubre y noviembre. Co-mencé a vincularme con el SUL, me invitaron a hacer un curso de aprendiz de esquila, después continué con los cursos de perfeccionamiento, empre-sario y acondicionamiento de lanas. Finalmente el SUL me contrata como instructor de acondicionamiento en

escuelas de esquila, en ese momento tenía 29 años.

Ese mismo año, con Rosana hicimos la casa en Montecoral y empezamos a vivir en pareja. Hice los planos en un pa-pel de astraza y la construimos juntos. Somos muy compañeros, ella también se crió en campaña, así que conoce el trabajo duro.

Y la vuelta al Paiva ¿cómo se dio?

Trabajaba en el monte y como tutor en los cursos de esquila, hasta que en el año 2002 me vienen a buscar del Paiva para hacerme una propuesta de trabajo. No sabía de qué se trataba, porque des-de el 83 no había tenido mas contacto con la Institución.

En aquel momento el Director era Alonso Bawer y Haroldo Deschenaux estaba encargado de la planifcación del área productiva. Estaban formando un equipo de trabajo para ejecutar un pro-yecto nuevo y mi participación era como capataz, encargado de la ejecución. El proyecto era ambicioso, había mu-cho por hacer y tenía dos empleados a cargo para el trabajo de campo. Estaba a cargo de todo, cuando empezamos me dijeron “lo que vos veas que puedas ir armando ….” y así de a poco me fui or-ganizando y empezamos con la limpie-za del campo, reparar los alambrados, hacer instalaciones nuevas, organizar el ganado vacuno y ovino.

También tenía que organizar activida-des con los gurises que estaban hacien-

“…Sin estar fjo en un lao a toda labor le hacía, y ansí sucedió que un día, que andaba de benteveo, me topé con un arreo que dende Salta venía”

(Atahualpa Yupanqui)

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