DEL RODEO DE CRÍA
Ing.Agr. Andrés De Grossi
Instituto Plan Agropecuario
Acabamos de terminar en el país, el tradicional período de entore. El mismo transcurre normalmente desde el mes de Noviembre hasta el mes de Febrero, dependiendo su inicio y duración de muchos factores, tales como tipo de campo, categoría a entorar, etc.
Sin lugar a dudas, este período de servicio (2000-2001), estará signado en la historia de la pecuaria nacional, como uno de los más destacables, ya que han confluido una serie de variables, que seguramente derivarán en una parición de primavera del 2001 tan abundante, como pocas veces se ha dado en el país.
Analizando un poco más esta proyección, no debemos olvidarnos que el clima ha contribuido en forma muy importante, prácticamente desde inicios de Abril/2000, teniendo su más alta incidencia en la primavera y verano pasado. Abundancia de precipitaciones, y adecuadas temperaturas han provocado una verdadera "explosión" de forraje, tanto en lo referente a la cantidad de la pastura producida como a su calidad.
Por otro lado, diversas fuentes nacionales de información nos indican que estamos frente a una disminución de la dotación, muy importante en el caso de los ovinos, y más atenuada en el caso de los vacunos, pero que resultan en su conjunto en una menor demanda de pasto por parte de nuestras haciendas. Dicho de otra forma, los animales "eligen lo que comen", y por lo tanto presentan estados realmente muy buenos.
Otro factor muy importante a tener en cuenta es que debido al magro resultado del entore correspondiente al verano 1999/2000, quedaron en nuestros campos muchos vientres fallados, que algunos fueron entorados en el invierno siguiente y están próximos a parir, pero la gran mayoría fueron nuevamente entorados en el período recientemente finalizado con un nivel de reservas corporales digno de destaque.
Todas estas consideraciones, mas la inclusión del vaquillonaje que se entoró por primera vez, en términos generales con muy buen desarrollo, hacen que seamos optimistas en el resultado de los próximos diagnósticos de gestación, y en ausencia de problemas sanitarios, y/o nutricionales, y/o de manejo, muy puntuales, reiteramos nuestra apreciación de que la parición de la próxima primavera será histórica.
Diversos sondeos realizados en la regional centro con productores y médicos veterinarios que realizan inseminación, y un uso estratégico del ecógrafo a mitad del entore, nos han confirmado la presencia de preñeces muy tempranas en todos los vientres fallados, y actividad ovárica importante a los 45 días de comienzo del entore en vacas con cría al pie. Por otra parte, es común el comentario de que las toradas trabajaron intensamente los dos primeros meses de entore, pero que ya antes de su retiro definitivo, se los vio generalmente apartados del rodeo.
Entonces ante esta situación, y pensando ya en las acciones futuras a realizar a corto plazo nos surgen algunas preguntas:
Previo al análisis de las diferentes actividades que los criadores deberían realizar en los próximos meses, queremos ser enfáticos y dejar bien claro que: "el otoño es el único período del año en el cual los vientres recientemente preñados tienen la posibilidad de mejorar sus reservas corporales, solamente a base de pasto, sin suplementación extra y al mínimo costo posible". No debemos olvidar que más adelante con el comienzo de los fríos invernales, y con el aumento del tamaño del feto, los requerimientos nutricionales aumentan rápidamente, y es prácticamente imposible lograr aunque más no sea el mantenimiento de la condición corporal.
Posteriormente tendremos el parto, y la lactancia, estado fisiológico que demanda la mayor cantidad de nutrientes de todo el año, y durante el cual la vaca moviliza grandes volúmenes de grasa corporal para atender esas necesidades. Sería utópico pensar en recuperar el estado de las vacas en plena lactancia.
Por lo tanto es en el otoño donde se juega el partido, y donde debemos hacer todo lo posible para lograr buenas ganancias de peso de los vientres, con el fin de llegar al próximo parto y por supuesto al próximo entore en condiciones corporales aceptables para nuevamente obtener performances reproductivas acordes con el potencial genético de la especie.
Entonces, ¿cuál es el próximo paso a dar?
Sin ningún lugar a dudas, tenemos que manejar diferencialmente las distintas categorías de nuestro rodeo, y para ello una práctica obligatoria es el diagnóstico de gestación. Cuanto antes separemos las vacas preñadas de las falladas, antes podremos priorizar la alimentación de los vientres gestantes frente a los vacíos. Cuanto antes diagnostiquemos y separemos el grupo de vacas preñadas que van a parir temprano del que va a parir más tarde, antes podremos atenderlas preferencialmente.
Por lo tanto el primer paso luego de terminado el entore, es realizar el diagnóstico de gestación, técnica que usada precozmente resulta ser una valiosa herramienta, que nos permitirá y facilitará la planificación sobre bases más objetivas y seguras.
En el otoño tiene lugar también otra práctica que la consideramos el "corazón" del manejo. Nos referimos al destete definitivo de los terneros que están al pie de sus madres. Dependiendo de cómo y cuándo lo hacemos serán los resultados productivos futuros de nuestro rodeo.
¿Porqué lo consideramos tan importante?
No es objeto de este trabajo describir las diferentes formas de realizar el destete, pero como comentario podemos decir que, el destete a corral tanto de terneros como de sus madres se está usando bastante a nivel de productor. Con el uso de fardos y bebederos en los corrales durante varios días, se evita el conocido "costeo" (sobre todo de las vacas), y con ello las importantes pérdidas de energía de los animales.
Vamos entonces a profundizar un poco los tratamientos que tendrían que tener las diferentes categorías de animales que componen el rodeo de cría. Luego del diagnóstico de gestación y del destete, tenemos grandes grupos, que para afinar aún más el manejo y las diferentes estrategias de alimentación, se deberían subdividir de acuerdo a las variaciones internas en condición corporal.
Estos grandes grupos son:
Si se decidiera conservarlas, deberían ser destinadas a las peores pasturas del establecimiento, ya que son animales que al estar falladas tienen muy pocas necesidades. De cualquier manera, cada caso debería estudiarse individualmente, ya que en la empresa agropecuaria hay otros factores que también inciden, como el económico, financiero, mercados.
Las vacas de primer entore preñadas, son uno de los eslabones más sensibles de la cadena. Diversas razones hacen que tengamos que considerarlas muy especialmente en el manejo, la alimentación, y la sanidad. Si partimos de entores de 2 años, con por lo menos 280 kgs para razas británicas, pensemos que estamos manejando seres cuyos requerimientos son y serán altos por lo menos por un año más.
¿Porqué? Primero porque son animales que no han completado su crecimiento, y segundo porque si además de esas necesidades le sumamos las de preñez, y lactancia, ello resulta una carga muy pesada de sobrellevar con éxito.
Esta es la categoría que en la medida que no se atiendan sus necesidades al pie de la letra, origina la mayor cantidad de vientres fallados al segundo entore. Por lo tanto, estos vientres deberían ser tratados preferencialmente en el otoño, de manera de entrar al invierno con condiciones corporales cercanas a 6. De esta manera, e invierno mediante, llegar al parto y al segundo entore con condiciones cercanas a 5. Si logramos estos parámetros seguramente tendremos preñeces cercanas al 80 % para la categoría. Es muy importante hacer todo el esfuerzo posible para lograr estos indicadores, ya que de ello depende en buena medida la eficiencia reproductiva de todo el rodeo de cría. Potreros con pocos lanares, mejoramientos extensivos, pasturas tiernas y buena disponibilidad, adecuada sanidad, serían los aspectos básicos a tener en cuenta.
En cuanto a las vacas de primer entore pero de preñez tardía, si bien tienen requerimientos similares a las descriptas anteriormente, pero desfasadas en el tiempo, deberíamos hacer algunas consideraciones.
Si estas vacas han tenido una adecuada recría, con un manejo sanitario y alimenticio que les permita llegar con por lo menos 280 Kg. de peso a los 2 años y a la entrada de los toros.
Si éstos a su vez han sido examinados (semen, pene, testículos, vesículas seminales, enfermedades reproductivas, aparato locomotor) 2 meses antes por un médico veterinario y se usan en un porcentaje de por lo menos 3 %, y en potreros chicos. Si todo esto se cumple, en los primeros dos celos (42 días de entore) deberían preñarse no menos del 80 % de los vientres. Por lo tanto ¿qué justificativo tienen para preñarse tardíamente?, ¿porqué pasaron más de dos celos y fallaron al servicio?; si todas tuvieron las mismas oportunidades, ¿porqué unas quedaron preñadas y otras no?.
Por nuestra experiencia, estos animales no deberían quedarse en nuestro rodeo. Por baja fertilidad, o porque al parir tarde se nos va a hacer muy difícil preñarlas en el segundo entore, dentro de lo posible habría que salir de ellas. Por esta razón es que en muchos establecimientos comerciales se entoran más vaquillonas de las que se necesitan, y se venden las preñadas más tardías.
Respecto a las vacas adultas preñadas, animales que ya han completado su desarrollo, el trabajo resulta más sencillo y se centra en lograr adecuadas condiciones corporales al parto (por lo menos 4), para de esa manera lograr una buena performance reproductiva en el siguiente entore.
Con destetes alrededor del primer mes de otoño, intentamos que esta categoría de vacas entre al invierno en condiciones corporales aceptables, en el entorno de 5.
Si pensamos que en ganado pampa cada grado de condición corporal se corresponde aproximadamente con 25-30 Kg. de peso vivo, y partiendo de animales con condiciones corporales moderadas (3,5 a 4 al destete) nuestras vacas tendrían que ganar de 300 a 400 gramos por día durante el otoño para cumplir con el objetivo. Estas metas son normalmente alcanzables en la medida que tengamos en cuenta una serie de consideraciones como: adecuado número de subdivisiones, control sanitario..
En la categoría de preñez temprana, es muy importante llegar al grado 5 previo al inicio del invierno, ya que son vacas que van a parir temprano y no van a tener posibilidades de recuperar estado a inicios de primavera ya que van a estar lactando.
En las de preñez tardía, deberíamos analizar la situación según el tipo de campo y el nivel de mejoramientos disponibles. Esta categoría respecto a las de preñez temprana, tiene menores necesidades durante el invierno, por lo que a la hora de priorizar la alimentación otoñal, sería una categoría intermedia entre las tempranas y las falladas.
Respecto a los terneros, tengamos siempre presente algunos de los conceptos vertidos anteriormente. No pretendamos tener buenas performances de estos animales nuevos, si no les brindamos una adecuada sanidad, y no les ofrecemos pasturas cortas y de calidad.
Como es sabido, son animales muy eficientes a la hora de convertir pasto a carne, por lo que deberíamos en su primer invierno, brindarles algún mejoramiento de campo, o prepararles potreros bajos de pasturas tiernas y en lo posible disminuir la competencia de los ovinos. Teniendo en cuenta estos aspectos, no es difícil lograr el mantenimiento y aún bajas a moderadas ganancias de peso en el crítico período invernal.
Se debe tener mucho cuidado este invierno con la alimentación, ya que los campos en general están con mucho pasto, en su gran mayoría pastura de verano, que ante las primeras heladas van a perder calidad rápidamente. Los "pastizales" resecos, con baja digestibilidad y bajo porcentaje de proteína lamentablemente abundarán en el próximo invierno, constituyéndose en el principal enemigo de la ternerada. Por ello hay que tomar las providencias del caso con mucha anterioridad, sobre todo para esta categoría tan sensible.
Un aspecto que nos gustaría rápidamente analizar es sobre la actividad de la yerra. Independientemente de cómo se haga en cada establecimiento, debemos tener muy en cuenta que la cosecha anual de terneros representa en los establecimientos criadores aquello por lo cual se ha trabajado duro todo el año.
Si miramos hacia atrás han dado mucho trabajo (partereadas, cesáreas, bicheras, anodrizamientos), y costaron mucha plata (compra de toros, productos veterinarios, mano de obra, etc). Entonces ahora que estamos cosechando el fruto de nuestro esfuerzo, cuidemos el capital. No aumentemos el stress que de por sí es la castrada, la mochada, la marca y la señal, con más prácticas agresivas como la apretada, la jineteada, la pialada, etc, que no nos conducen a darle más valor a nuestro producto, sino que por el contrario ponen en peligro la integridad física de los animales.
Los terneros son animales muy sensibles al trato que se les da. Por lo tanto, se debe tratar en lo posible de manejar los lotes a yerrear con suma tranquilidad, sin perros, ni gritos, ni golpes, que eviten un aumento del stress citado anteriormente. Por la misma razón debe evitarse que la yerra coincida con el destete.
Por supuesto que esto no pretende ser una receta que sirva a todos por igual en la misma época, sino que va a depender de los diferentes tipos de campo, nivel de mejoramientos, razas, etc. Lo que sí es claro e indiscutible, que para lograr altos niveles de producción en materia de cría vacuna, debemos aprender a manejar en forma más afinada los animales. El manejo diferencial de categorías, la utilización de la clasificación por condición corporal de los vientres varias veces al año, el tratamiento y atención de animales individuales con exigencias similares, son aspectos básicos.
El 62 %, pobre e histórico resultado de procreo del rodeo nacional, se debe entre muchas causas, fundamentalmente a un mal manejo y una inadecuada alimentación en el otoño. Está comprobado a través de diferentes encuestas (DIEA-MGAP), que los productores que destetan temprano (marzo), sistemáticamente obtienen mayor cantidad de terneros.
En el mismo sentido, existen innumerables empresas rurales criadoras o de ciclo completo, que vienen logrando en forma mantenida en el tiempo altas producciones de carne, siendo el porcentaje de procreo un factor determinante de ello.
Técnicas sencillas y de bajo costo para aumentar los procreos, están totalmente validadas a nivel comercial y disponibles para el productor.
"Asesorarse, capacitarse, y andar más asiduamente arriba del ganado y del campo, evaluando cuando y a quienes le damos lo poco o mucho de forraje que tengamos, será lo que defina que ese reparto sea exitoso logrando un mayor número de terneros".