El bienestar animal. Los aspectos sobre bienestar animal van calando en la opinión pública de algunos países con ingresos personales altos, lo cual va dando lugar a un impacto cada vez mayor sobre la producción y comercialización de las carnes. La sensibilidad sobre el bienestar de los animales nuevamente está en la mayor consideración de los europeos, influyendo también sobre su legislación. A partir de 1980, la Unión Europea tenía vigente una legislación que contemplaba un mínimo de requerimientos con respecto a terneros, ponedoras y cerdos. En 1996, los métodos de transporte de terneros y ovinos fueron motivo de protestas en el Reino Unido, en contra de los requerimientos comunitarios solicitados,. La anterior legislación de la UE que entró en vigor el 1o. de enero de 1998 obligó a que los animales vivos no fueran transportados durante más de ocho horas sin descansar, ni comer o tomar agua. La directiva de la UE aplicable a animales vivos tiene validez también para los provenientes de países en desarrollo, y ha sido causa de desavenencias en la comercialización de carnes. Los productores que deben atenerse a la correcta y más costosa reglamentación, posiblemente van a solicitar protección o subvenciones compensatorias, lo cual va a levantar resistencias. En lugar de eso, la solución podría estar en la aprobación de acuerdos sobre standards mínimos a cumplir, basados en consultoría internacional. Hasta ahora, mas bien no hay acuerdos internacionales en cuanto a requerimientos de bienestar animal, aunque aquellas medidas que afecten la comercialización internacional -como el caso de reglamentaciones sobre transporte de animales vivos-, aplican las referentes a Barreras Técnicas del Acuerdo de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Antes de determinar cualquier control mínimo de índole internacional, se debe investigar sobre cómo determinar qué se entiende por "bienestar" para la industria animal. Como es difícil entender cabalmente que entiende el consumidor sobre bienestar animal, pues tal cosa varía de un país a otro, esto sería lo primero a percibir antes de procurar cualquier acuerdo internacional al respecto. El medio ambiente. Como los niveles productivos mundiales se van incrementando, la industria animal está presentando desafíos notorios sobre el medio ambiente. Los dos tipos de polución de parte de la industria animal que concentran más la atención, son los referentes al uso del Fósforo y el Nitrógeno, ambos elementos químicos que están presentes en los desperdicios de esta industria. La formulación adecuada de las raciones y el manejo nutricional, puede dar lugar a reducciones en las excreciones de hasta un 30 por ciento, y el uso de enzimas suplementarias en los alimentos, destinadas a trabajar sobre los elementos no digeribles, ha dado buen resultado en la reducción de contaminación con Fósforo. Los métodos productivos con utilización de rotaciones de cosechas y pastoreo son la base de la desintensificación y una salida encaminada a la disminución del daño causado por las prácticas intensivas de las granjas. La transferencia de estas tecnologías y los métodos más extensivos para las actividades granjeras, van a ser de ayuda. Los aspectos medioambientales relacionados a la producción de carnes son de especial importancia en Europa Occidental, en que la alta densidad de población resulta conflictiva sobre la producción agropecuaria. Los problemas de polución originados en la producción animal revisten importancia también en otras áreas geográficas. Por ejemplo, la reubicación y consolidación rápidas de unidades criadoras de cerdos en los Estados Unidos se debe en parte a requerimientos de carácter medioambiental. A su vez, la demora de facilidades para una renovada producción animal y el daño potencial sobre el medio ambiente, se han visto incrementados tanto en el caso de Nueva Zelandia, como en otros países. En otras regiones como Sudáfrica, Europa del este, los antiguos países socialistas, y en algunos de Africa y Asia, el ambiente difícilmente constituye motivo de discusión, o no cuenta con recursos económicos para resolver el problema. Sin embargo, en muchas áreas geográficas del mundo desarrollado, la población y el aumento de los ingresos personales se han disparado sobre la demanda de productos animales, presionando al sector a intensificar, y por lo tanto elevando los peligros de daños al medio ambiente. Los diferentes standards medioambientales y las condiciones naturales particulares existentes entre los diversos países para manejar sus subproductos agropecuarios, afectan los costos de explotación. Nuevamente, el alivio a estas situaciones no debe provenir de ayudas adicionales, sino más bien de esfuerzos en investigación y diseño de legislaciones locales, o autorizaciones a las empresas ganaderas a través de incentivos a la producción o de índole económica, que convenzan a los productores para que adopten prácticas que minimicen el desperdicio, en procura de acuerdos aceptados internamente por las naciones, según atiendan a controles ambientales que se consideren mínimos. Los standards ambientales no deben ser impuestos desde el ámbito internacional, sino según códigos internacionalmente aceptados de prácticas de buen manejo del estiércol y los animales, diseñados por figuras representativas de las respectivas industrias nacionales, y como guía de referencia de utilidad para la formulación de las legislaciones internas sobre el particular. Por último, como el costo del control de la polución va a ser finalmente absorbido por el consumidor, podría ser una solución la compensación a los productores por el costo de cuidar el medio ambiente. Extractado del "Consejo para política internacional en agricultura, alimentación y comercio"
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