LA GANADERIA HASTA EL AÑO 2020: LA PROXIMA REVOLUCION ALIMENTARIA
Christopher Delgado, Mark Rosegrant, Claude Corbouis
Henning Steinfeld, y Simeon Ehui 


Se ha iniciado una revolución de la agricultura mundial que tiene profundas repercusiones para la salud humana, los medios de vida y el medio ambiente. El crecimiento demográfico, la urbanización y el incremento del ingreso en los países en desarrollo han estimulado un aumento masivo de la demanda de alimentos de origen animal. Esos cambios del régimen de alimentación de miles de millones de personas podrían mejorar notablemente el bienestar de muchas personas pobres de las zonas rurales. Los gobiernos la industria deben prepararse para esta revolución continua con políticas e inversiones a largo plazo que permitan atender la demanda de los consumidores, mejorar la nutrición, encauzar las oportunidades de aumento del ingreso hacia los más necesitados y aliviar los problemas causados al medio ambiente y a la salud pública.

Transformación del consumo y de la producción

A diferencia de la Revolución Verde guiada por la oferta, la "Revolución Ganadera" está impulsada por la demanda. Desde comienzos de los años setenta hasta mediados de los noventa, el volumen de carne consumida en los países en desarrollo aumentó casi al triple en comparación con el registrado en los desarrollados. El consumo del mundo en desarrollo aumentó en proporción aún más rápida en la segunda mitad de ese período y Asia encabezó la lista (veáse el cuadro).

A partir de una base pequeña, los países en desarrollo han comenzado a alcanzar los niveles de consumo del mundo desarrollado, pero tienen un camino bastante largo por recorrer, sobre todo por los bajos niveles de ingreso. La población de los países desarrollados deriva un promedio de 27% de sus calorías y 56% de su proteína de productos de origen animal. 

El promedio correspondiente a los países en desarrollo es de 11 y 26%, respectivamente. La diferencia en los niveles de consumo indica los drásticos cambios previstos en la producción mundial de alimentos a medida que se desencadena la Revolución Ganadera.

La producción de alimentos de origen animal aumentó más rápido donde se incrementó el consumo. La producción total de carne en los países en desarrollo aumentó 5,4% anual entre comienzos de los años ochenta y mediados de los noventa, más del quíntuple de los valores registrados en el mundo desarrollado. La producción per cápita se mantuvo al ritmo del crecimiento de la población en muchas regiones en desarrollo, con excepción de Africa al sur del Sahara (producción de carne) y de Asia Occidental/Norte de Africa (producción de leche).

La posibilidad de continuación de esas tendencias de consumo en el futuro es un asunto explorado con el modelo mundial de alimentación del IFPRI, que contiene datos sobre 37 países y grupos nacionales y 18 productos básicos. Las proyecciones del marco hipotético básico de este modelo, llamado IMPACT (la sigla en inglés del modelo internacional de análisis de política de consumo de productos agropecuarios), indican que el consumo de carne y leche en los países en desarrollo crecerá 2,8 y 3,3% anual, respectivamente, entre comienzos de los años noventa y el año 2020. Las tasas de crecimiento correspondiente al mundo desarrollado son de 0,6 y 0,2 % anual, respectivamente. 

En al año 2020, los países en desarrollo consumirán 100 millones de toneladas métricas de carne y 223 millones de toneladas métricas de leche más que en 1993, con lo que parecerá poco el aumento de 18 millones de toneladas métricas de carne y leche, respectivamente, en los países desarrollados.

Las tasas de crecimiento de la producción de carne hasta el año 2020 siguen muy de cerca las del consumo de carne en casi todas las regiones.

Consumo de carne real y proyectado por región
Region
Crecimiento anual del
consumo total de carne
(en %)
1982-94 1993-2020
Consumo total de carne (millones de toneladas métricas)
1983 1993 2020
China
8,6 3,0
16 38 85
Otros países de Asia Oriental
5,8 2,4
1 3 8
India
3,6 2,9
3 4 8
Otros países de Asia Meridional
4,8 3,2
1 2 5
Asia Sudoriental
5,6 3,0
4 7 16
América Latina
3,3 2,3
15 21 39
Asia Occidental/Norte de Africa
2,4 2,8
5 6 15
Africa del Sur del Sahara
2,2 3,5
4 5 12
Mundo en desarrollo
5,4 2,8
50 88 188
Mundo desarrollado
1,0 0,6
88 97 115
Mundo en general
2.9 1,8
139 184 303

La producción de carne en los países en desarrollo crecerá unas cuatro veces más rápido que en los desarrollados. En el año 2020, los países en desarrollo producirán 60% de la carne y 52% de la leche del mundo. China encabezará la producción de carne y la India, la de leche.

Repercusiones en los precios mundiales de los alimentos

El aumento de la producción ganadera exigirá un incremento de 292 millones de toneladas métricas en el consumo anual de cereales para alimentación animal entre 1993 y el 2020. A pesar de que algunos investigadores se preocupan de que un aumento tan grande ocasione marcadas alzas de los precios de los cereales con el tiempo, de hecho se prevé que los precios de los productos de origen animal y para la alimentación del ganado, ajustados según la inflación, se reducirán para el 2020, aunque no tan rápido como en los últimos 20 años. En el marco hipotético "pesimista", considerado demasiado pesimista por unanimidad, se supone que la cantidad de cereales para alimentación animal necesaria por unidad de carne aumentará 1% anual hasta el 2020 debido a la mayor industrialización de la producción y a la falta de un aumento compensatorio de la eficiencia de la alimentación animal. Aún así, el modelo IMPACT muestra que los precios reales del maíz en el año 2020 podrían ser, como máximo, un quinto mayores que sus niveles y se mantendrán en un nivel muy inferior al de comienzos del decenio de 1980.

Aun con aumentos de la productividad ganadera muy inferiores a las tendencias históricas, habrá suficiente carne, leche y alimentos para animales en el año 2020, sin que los precios suban a niveles superiores a los de 1992-94. Entonces, la clave no es la disponibilidad, sino el efecto directo que tendrá el rápido aumento de la producción ganadera y el consumo de productos de origen animal en los sectores más pobres, el medio ambiente y la salud humana.

La ganadería y los pobres

Lejos de agotar el volumen de alimentos a disposición de los pobres, el mayor consumo de productos de origen animal puede ayudar a aumentar su poder de adquisición de alimentos. Hay pruebas fehacientes de que las personas pobres y sin tierra de las zonas rurales, especialmente las mujeres, obtienen una mayor proporción de sus ingresos de la ganadería en comparación con las personas acomodadas de esas mismas zonas (las principales excepciones se encuentran en lugares con una industria ganadera en gran escala, como en varias partes de América Latina). Además, el ganado proporciona fertilizante y fuerza de tracción a esa población de menores recursos y la oportunidad de explotar zonas de pastoreo comunes, tener ahorros y bienes utilizables como garantía para la obtención de crédito y diversificar el ingreso. 

La Revolución Ganadera bien podría convertirse en la principal forma de alivio de la pobreza en los próximos 20 años.

Pero la rápida industrialización de la producción, junto con los actuales subsidios generalizados para crédito en gran escala y uso de la tierra, podría perjudicar este importante mecanismo de generación de ingresos y bienes para los pobres. Las autoridades normativas necesitan asegurarse que las distorsiones en materia de política no desplacen a los pobres del único mercado en crecimiento en que tienen una posición competitiva en la actualidad.

Los productos de origen animal también benefician a los sectores más pobres al aliviar las carencias de proteína y micronutrientes predominantes en los países en desarrollo. El mayor consumo de cantidades adicionales (aún menores de carne y leche) puede proporcionar a los pobres la misma cantidad de nutrientes, proteína y calorías que una gran cantidad de verdura y cereales de diversas clases.

Sostenibilidad ambiental y salud pública

Los bajos niveles de calorías consumidos por los pobres, la falta de acceso a los productos de origen animal, no el consumo excesivo, debe ser motivo de preocupación para las instancias normativas. Los mayores riesgos sanitarios de los productos de origen animal en los países en desarrollo provienen de las enfermedades transmitidas por los animales, como la influenza aviar y la salmonelosis, la contaminación microbiana por la manipulación antihigiénica de los alimentos, y la acumulación de plaguicidas y antibióticos en la cadena alimentaria por medio de prácticas de producción.

Los efectos de la Revolución Ganadera en el medio ambiente también pueden ser motivo de preocupación. El ganado suele contribuir a la sostenibilidad ambiental en los sistemas mixtos de explotación agropecuaria donde se logra un equilibrio adecuado entre la intensificación de los cultivos y la cría de ganado. En esos sistemas, el ganado proporciona el estiércol y la fuerza de tracción necesarios para sostener una producción agrícola intensiva. Pero las mayores concentraciones de animales en las zonas periurbanas que se necesitan para atender la creciente demanda de carne y leche de las zonas urbanas han ocasionado degradación de las zonas de pastoreo y problemas de contaminación. Las políticas formuladas también han fomentado la sobrecarga por unidad de superficie o la deforestación al amparar a los productores y consumidores de los verdaderos costos de la degradación ambiental. En los sistemas de alta intensidad de producción, las grandes cantidades de gases de invernadero y las concentraciones excesivas de nutrientes producidas por el ganado constituyen peligros para el medio ambiente. Esa contaminación debe reflejarse en los costos financieros para el productor y el consumidor, pero eso sucede raras veces.

Conclusiones y recomendaciones sobre política

Algunos desean detener la Revolución Ganadera. Pero la transformación nutricional en marcha en los países en desarrollo impulsada por el ingreso, la población y el crecimiento urbano deja poco campo para formular políticas para modificar el aumento generalizado de la demanda de productos alimentarios de origen animal. Sin embargo, la política puede ayudar a que la revolución sea lo más beneficiosa posible para el bienestar general de los sectores más pobres. Para ello, las autoridades normativas tendrán que concentrarse en cuatro asuntos principales:

1 - Los productores en pequeña escala deben mantener un vínculo vertical con los fabricantes y comerciantes de productos perecederos. Para los pobres es difícil tener acceso a bienes productivos, como servicios de crédito y refrigeración, y a información, por ejemplo, sobre la prevención de las infecciones microbianas. La integración de los pequeños productores de ganado y los grandes fabricantes combinaría los beneficios de la producción ganadera en pequeña escala centrados en el alivio de la pobreza y de la contaminación ambiental con las economías de escala y los beneficios para la salud humana provenientes de la fabricación a gran escala.

2 - La política puede facilitar la incorporación de los pequeños agricultores a la producción comercial remediando los desajustes que fomentan las economías de escala artificiales, como los subsidios para crédito y el pastoreo en gran escala. El éxito en ese empeño exigirá un compromiso político y asociación de los sectores público y privado para desarrollar la tecnología y las prácticas necesarias para minimizar los riesgos de las enfermedades de los animales que son inevitables cuando los rebaños de un gran número de productores en pequeña escala se juntan en una sola instalación de elaboración. Se debe prestar mucha más atención a la productividad del ganado y a los problemas de salud, incluso a la elaboración y comercialización después de la cosecha.

3 - Es preciso establecer mecanismos de reglamentación para abordar los problemas sanitarios y ambientales causados por la producción pecuaria. La tecnología que aborda los peligros para el medio ambiente y la salud pública no surtirá efecto, a menos que esté respaldada por un sistema que obligue a cumplir los reglamentos. Esa evolución institucional posiblemente ocurrirá cuando se hagan firmes exigencias políticas de mejor reglamentación.

4 - Ante todo, es preciso incluir a los productores en pequeña escala en la respuesta a esta dinámica oportunidad. La falta de acción política no detendrá la Revolución Ganadera, pero asegurará que la forma en que se realice sea menos favorable para el crecimiento, el alivio de la pobreza y la sostenibilidad en los países en desarrollo.

Este resumen se basa en el documento de trabajo de la serie de la visión 2020 del mismo título, del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IPFRI)