Dr. Eduardo Corbella
Puede resultar reiterativo señalar la necesidad de contar con una adecuada polinización para lograr buenos rendimientos de semillas de leguminosas forrajeras. Este conocimiento está difundido y se lo cita continuamente, tanto que, parece, se sobrestima el peso que la polinización tiene en el logro de los potenciales biológicos de producción de semilla de las leguminosas. Lo que sin duda no se llegó a "ajustar" todavía es la integración del manejo de los polinizadores en el manejo productivo general de los semilleros. Intentemos tratar algunos elementos del complejo "forrajeras-polinizadores" en la situación planteada en nuestro país. Aclaremos que no discutiremos aquí la actividad semillerista oportunista por ser de difícil encuadre en una propuesta generalizadora, como la planteada en este artículo. En primer lugar, los polinizadores más comunes, por su abundancia y por formar colonias permanentes y manejables, son las abejas melíferas. Las que se explotan en nuestro país provienen de varias regiones de Europa, presentando diferentes niveles de cruzamiento entre sí. Nos adelantamos a señalar que estas abejas no son los polinizadores más eficientes de la mayoría de las leguminosas. Entre éstas, las forrajeras utilizadas en Uruguay son introducidas desde el hemisferio norte y allí cuentan con los abejorros del género Bombus como polinizadores fundamentales. En nuestra región se encuentran Bombus nativos que podrían prestar una polinización de alto impacto, si no fuera que estos abejorros son prácticamente diezmados en el manejo agrícola intensivo. Todo va en contra de ellos, sus nidos bajo tierra y poco visibles, su fama mal ganada de agresivos por la cual se los persigue, la pérdida de diversidad botánica en grandes extensiones que los priva de fuentes de alimento los hace cada vez menos frecuentes. Estos problemas no lo sufren las abejas meleras con tanta intensidad, si bien se debería tenerlas en cuenta, junto con los demás integrantes del sistema ecológico de los semilleros, en todas las oportunidades al emplear agrotóxicos. Las abejas están en manos de los apicultores que destinan su actividad a la producción de miel; siendo relativamente muy pocos los que dedican una parte de sus colonias a la polinización como fuente de recursos económicos. Las razones de esto último son varias y tal como van las cosas, nada indicaría que alquilar colmenas con abejas para polinizar se convierta en una actividad económicamente atractiva para más apicultores a corto plazo. Aquí surge una punta de la enredada madeja. Nos interesa identificar alguna más. En una encuesta efectuada a semilleristas en 1991 (García y col.), Los autores encontraron que el 76% contaban con apiarios fijos y ajenos como fuente de abejas polinizadoras. Parece poco probable esa situación se presente muy diferente actualmente. Este detalle puede llegar a ser tan limitante para conseguir una adecuada polinización como el no contar con colmenas en los semilleros (situación declarada por entre 20% a 30% de los encuestados). ¿Las razones?. Para comenzar, la gran mayoría de estas colmenas son de apicultores que no siempre consiguen con facilidad y beneplácito autorización para instalar colmenas en predios ajenos, tema que sabemos es una limitante para el productor apícola y que en algunas zonas del país colabora con la saturación de colmenares. Estos colmenares están dedicados, ya se adelantó, a la producción de miel y no a favorecer la polinización de los semilleros. Si ocurre polinización mejor, pero siempre como un subproducto apícola que no se toma en cuenta a la hora de estimar cabalmente lo que aporta la apicultura a la economía nacional. También es cierto que algunos apicultores y no pocos, pagan por colocar apiarios en praderas, sin que se tenga en cuenta la polinización posible de las mismas. Del mismo modo, hay productores agropecuarios que no permiten que se instalen colmenas en sus campos, sin que podamos estar seguros si esta negativa se debe únicamente al desconocimiento de los beneficios que podrían obtener en la polinización de cultivos y praderas o si son otras las causas. Recordemos que, según los semilleristas encuestados, los apiarios son fijos, están situados en un mismo lugar mucho tiempo, generalmente, años. Aquí tenemos otra punta del problema. Repasando entonces la situación general: los semilleristas, en su mayoría, confían en contar con una adecuada polinización cuando permiten instalar una hilera de colmenas en algún lugar cercano a los semilleros. Estos colmenares se destinan a producir miel y son fijos; no entraremos a considerar ahora si para tal finalidad son adecuadamente manejados. Ocurre que esta situación, dependiendo de los casos, poco o nada tiene que ver con la polinización. Entre tantas cosas, porque las abejas, al estar en colmenas fijas, tienen mayor tiempo y más oportunidades de explorar y visitar las fuentes de néctar y polen de plantas que están en los alrededores de los semilleros (comúnmente con un radio de vuelo de más de 1 kilómetro) con flores que pueden ser más atractivas que las del trébol rojo o la alfalfa, por citar dos ejemplos. Si bien casi todas las leguminosas forrajeras pueden tener problemas por falta de polinizadores dependiendo de la oferta de la flora competitiva. Desde hace décadas se sabe que las abejas que visitan las flores para colectar polen son más eficientes en la polinización que las abejas que solo colectan néctar. El polen es la fuente proteica de las abejas que integran la super familia Apoidea, de la que forman parte las abejas melíferas. La demanda de polen se inicia y mantiene durante la época en la cual hay gran cantidad de larvas de zánganos y, mayoritariamente, larvas de abejas obreras para alimentar (primavera y verano). Teniendo en cuenta lo anterior como base, nos planteamos, un ensayo para estimar la actividad polinizadora de las abejas frente a tratamientos alternativos de manejo en un semillero de trébol rojo. Los datos obtenidos permiten señalar que la actividad potencialmente polinizadora de las abejas se favorece cuando: 1- Las colmenas son llevadas desde apiarios lejanos a los semilleros al presentar estos alrededor de 20% de flores receptivas. Este detalle tiene importancia porque limita el tiempo disponible por las abejas para buscar otras fuentes florales que podrían competir con el cultivo a polinizar. El manejo tiene su correlato con el retiro de las colmenas una vez finalizada la floración. Estas colmenas son distribuidas dentro del semillero en grupos pequeños y no dejándolas, como es habitual, sobre un lado o cercanas al mismo. 2- Las colonias polinizadoras
tienen reinas nuevas y, por lo menos, 8 panales con cría y una
población numerosa de abejas, ambas con
buena sanidad (lo que comúnmente se llaman "colmenas fuertes").
3- Se tiene en cuenta que los
polinizadores son las abejas y no las colmenas. Por lo tanto, esas
colmenas enfiladas contra los alambrados, tan comunes
de ver, no significan disponibilidad asegurada de polinización.
Al ser dependientes de un complejo de variables, no siempre ni obligatoriamente van juntas la polinización y la producción de miel. Es claro que el recambio de reinas, la preparación y los traslados de las colmenas, agregados a un manejo adecuado para la polinización tiene su costo. Costo que no siempre es válido ni oportuno suponer se cubra con la cosecha de miel que se consiga durante la probable polinización de los semilleros. Es fundamental dar con el precio justo, de eso se trata.
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