Alfalfa con todo
Ing. Agr. Carlos Labandera
lmscilab@adinet.com.uy
Cuando se siembra alfalfa inoculada,
comienza en el suelo una compleja relación entre la leguminosa,
los rizobios nativos y los introducidos con la inoculación, que
condiciona la implantación del cultivo.
Los rizobios son bacterias del suelo que se caracterizan
por su habilidad para inducir la formación de nódulos
en las raíces de las leguminosas.
Entre las leguminosas y los rizobios se establece
así una simbiosis o sea una relación de beneficio mutuo:
las bacterias utilizan el nitrógeno del aire y lo transforman
en compuestos nitrogenados asimilables por las plantas y éstas,
a su vez, le suministran carbohidratos a las bacterias, como fuente
de energía. De esta forma, el rizobio no tiene que competir con
otros microorganismos del suelo por nutrientes y la planta se independiza
del nivel de nitrógeno del suelo, obteniendo del aire todo lo
que requiere para su producción.
La mayoría de las leguminosas son "huéspedes
específicos", es decir que sólo pueden ser noduladas por
algunas cepas de rizobios. A su vez, pueden existir cepas de rizobios
que producen nodulación, pero que difieren mucho en la cantidad
de nitrógeno fijado, o sea en su eficiencia; en la alfalfa, un
mayor aporte de nitrógeno se manifiesta como mayor producción
de forraje.
Ambos aspectos, especificidad y eficiencia,
justifican la Selección de Cepas de Rizobios para su uso en la
fabricación de inoculantes de leguminosas.
Por otra parte, en nuestros suelos existen naturalmente
rizobios (cepas nativas), pero a menudo fallan en producir nodulación
efectiva. Cuando se inocula la semilla de una leguminosa se busca introducir
una cepa de rizobios seleccionada y que compita exitosamente con cepas
nativas ya presentes en el suelo. Para ello es muy importante que los
rizobios específicos aportados por el inoculante estén
presentes en el lugar (al inicio del desarrollo de la raíz) y
en las cantidades adecuadas.
Alfalfa Inoculada
En el caso de la alfalfa, la inoculación
es decisiva para el éxito de su implantación pues las
plántulas sin inocular son débiles, amarillentas y compiten
mal con las malezas y otros cultivos asociados.
Como se observa en la Gráfica A, en el primer
año, la alfalfa inoculada produce aproximadamente el doble que
la sin inocular y esa diferencia es especialmente notoria en la primavera,
donde el cultivo inoculado rinde más del triple que el no inoculado.
Este hecho habla por sí solo del impacto productivo y económico
que produce una buena inoculación.
Efecto de los curasemillas
Los fungicidas, empleados como curasemillas
para proteger las plántulas de enfermedades del suelo, afectan
la sobrevivencia de los rizobios en la semilla inoculada y por lo tanto,
el establecimiento de la simbiosis, la formación de nódulos,
la fijación de nitrógeno y la productividad.
Son muy importantes el tipo y la dosis del fungicida
y también, el momento de la aplicación en relación
al momento de la inoculación.
Como norma general es conveniente usar semillas
de alta calidad que no requieran del uso de curasemillas; en caso contrario,
se deben usar los pesticidas menos dañinos.
También es imprescindible separar en el
tiempo ambos trabajos, el de curar y la inoculación.
Nunca se debe curar e inocular la semilla en forma
simultánea.
Semilla Preinoculada
Existen en el mercado semillas preinoculadas
con las cepas de rizobios recomendadas por el Laboratorio de Microbiología
de Suelos y Control de Inoculantes (LMSCI) para alfalfa, que además
contienen fungicidas y otros aditivos. El LMSCI está realizando
ensayos y controles de calidad con esas semillas; en consecuencia, si
se plantea sembrar ese tipo de semilla de alfalfa es conveniente realizar
una consulta técnica a los efectos de analizar todos los aspectos
agronómicos involucrados.
Alfalfa en suelos ácidos
La alfalfa generalmente se cultiva en
suelos neutros, que es donde mejor prospera, o en suelos ligeramente
ácidos. Esto se debe, entre otras razones, a que la simbiosis
es muy sensible a la acidez de los suelos.
Por ese motivo, y en consideración de la
gran expansión que tiene actualmente el cultivo hacia zonas con
suelos más ácidos, el LMSCI está seleccionando
rizobios que permitan formular inoculantes con cepas mejor adaptadas
a esas condiciones.
Tomado de: Revista EL TAMBO. Número
114. Febrero Marzo de 1999
Artículos de Difusión
LABORATORIO DE MICROBIOLOGIA DE SUELOS Y CONTROL
DE INOCULANTES
|