Primero fueron algunos países de Asia, luego Rusia y luego Brasil. Después de mucho tiempo de artificial bonanza, la burbuja financiera finalmente explotó, provocando un colosal desbarajuste y dejando el tendal de heridos y maltrechos entre ahorristas, inversores y especuladores. El productor que no se dejó tentar por los fuegos artificiales de la especulación financiera, debe sentir cierta satisfacción al pensar que finalmente prevalece lo que finalmente para él tiene valor: la tierra, las vacas y los granos, en lugar de los "papeles pintados". Más allá de las causas y las consecuencias de esta crisis, el empresario agropecuario debe plantearse para el año que comienza la adopción de algunas medidas que pueden ser precautorias o correctivas, según la situación de cada empresa en particular. Manos a la obra A grandes rasgos, entiendo necesario proponer las siguientes consideraciones para la reflexión y la toma de decisiones:
Todo el análisis debe reformularse asumiendo que muy difícilmente se volverá a corto plazo a los niveles de precios y tasas de interés anteriores a la crisis. Luego converse con el gerente del banco para explicarle de qué manera y en qué plazos podría usted pagar en razón del brusco cambio operado en las reglas del juego. Aunque algunos bancos toman medidas restrictivas sin considerar la situación de sus clientes, finalmente debiera prevalecer la cordura y llegar a un acuerdo conveniente para ambas partes. En caso de que usted estuviera pensando en financiar una nueva inversión, conviene esperar que aclare el panorama, aún cuando parezca que lo peor de la tormenta haya pasado. Mientras tanto revalúe nuevamente su proyecto y su flujo de fondos a la luz de la posible situación futura que usted imagine
El Dr. Rodrígues es productor ganadero y de caña de azúcar, brasileño y viejo conocedor de la inflación, las devaluaciones, la ruptura de la cadena de pagos, etc. Dijo el disertante: …"no tengan dudas que los problemas que tenemos en la Argentina, o en Brasil, o en Canadá, son los mismos que existen en Japón, Alemania, Inglaterra, Italia o Africa. Así que no tengan miedo, hay que reducir costos. Lo digo a mis amigos cooperativistas de Brasil todos los días y ellos me contestan: ¡ya lo reduje todo, no tengo posiblidad de cortar más! ¡Mentira!, hay que bajar más. Si tenemos una toalla húmeda y la retorcemos hasta que toda la humedad se vaya, ¿pensamos que el trabajo está terminado? ¡No! Pruebe a colocar un punta bajo el pie y dele otra retorcida. Habrá una última gota. Eso es justamente la economía de costos que nos hará competitivos." Detrás de esta pintoresca descripción, subyace el siguiente concepto: fijemos nuestros costos al nivel del valle de precios que mencionamos anteriormente, es decir, el de los años malos, y pensemos que en el largo plazo la tendencia del promedio de los precios de los años buenos y los malos, será descendente. Los períodos de bonanza nos permitirán "aflojar" un poco más la rienda, pero de tal manera de poder ajustarla rápidamente cuando sea necesario. Como usted sabe, esto significa "pelear a muerte" y sistemáticamente los precios de los insumos, de los contratistas, de los servicios, de los productos que se venden: discutir la calidad de los servicios con la compañía telefónica, con la eléctrica, con la municipalidad. Implica, en otros términos, tratar de transferir a la contraparte con la cual negociamos, la necesidad de que ellos también "refuerzen la toalla".
Las rápidas y a menudo abruptas
variaciones de precios en la evolución de los mercados y de la
tecnología, exigen suma agilidad y adaptación al cambio
por parte del productor empresario. Sabemos que es más fácil
proponer que implementar estas ideas. También sabemos que no
se logra en un día. Por eso mismo, empecemos ahora a repensar
la situación de la empresa.
En mi concepto, muchas personas no advierten todavía que estamos inmersos en un sistema netamente capitalista y de mercado. Por lo tanto, hay que considerar que en este sistema gran parte del financiamiento del sector privado y del Estado es efectuado a través del mercado financiero y de las bolsas de valores, donde los gobiernos y las empresas emiten papeles de deuda a los cuales el mercado les adjudica cierto valor, y que son comparados por los ahorristas e inversores con la expectativa de obtener una determinada rentabilidad para el capital invertido. En consecuencia, difícilmente se puede esperar que estos mecanismos cambien o se regulen más allá de determinadas pautas básicas. Otro aspecto importantísimo que hay que aceptar es que la esencia del capitalismo, su razón de ser y la clave de su éxito, es la baja de todos los precios en el largo plazo, incluidos por supuesto los agropecuarios. ¿Por qué? Porque al bajar los precios aumenta el consumo, esto impulsa mayor volumen de producción, lo que a su vez disminuye y permite bajar los precios, y así sucesivamente. Por último, el otro concepto fundamental a tener en cuenta, es que en la economía capitalista, los precios en general y muy particularmente los agropecuarios, tiene fuertes fluctuaciones, es decir, picos y valles en una curva imaginaria a través de los años. Pensemos como ejemplo, en la evolución de los precios de los granos y de la hacienda en los últimos años. Es probable que este capitalismo sea más o menos "salvaje", según los gobiernos de turno y los acuerdos que logren concretarse a nivel internacional, pero lo cierto es que por muchos años debería considerarse este tipo de crisis financiera y la evolución de los precios señalada como parte del sistema económico vigente. En consecuencia, pensemos en tomar medidas
necesarias para que nuestras empresas se desarrollen en este contexto,
incluídas crisis financieras como las que estamos viviendo.
* Tomado de la Revista argentina
"Chacra" Nº 819, Febrero 1999 |